lunes, 30 de diciembre de 2013

Tres tomos

El uno vio como la mesa se movía de un lado al otro, triste, estaba renga ya de vieja así que se acostó abajo de la pata corta. Está contento, al menos ya no se rompen más vasos.
El dos está como enamorado de la puerta, se la pasa el día entero pegoteado a ella, no la suelta por nada, ni el viento lo separa de su amada.
Y al tres ya casi no se lo ve, tanta tierra tiene el desgraciado que parece invisible. 
Pobres, pobresitos los libros, ahora los lee la indiferencia.

martes, 29 de octubre de 2013

Patapatas, el mago

Jueves 24 de junio:
    Estaba terminando su cumpleaños y de lo único que se podía quejar era que el mago no había podido ir.

Viernes 25 de junio:
    Cuando su abuelo se levantó de la siesta Enzo le hizo la pregunta que desde hacía semanas le rondaba, ¿Nono, qué es la magia? Don Nino, el nono para la familia, se lo explicó de forma muy práctica. Le mostró sus manos bacías y con un solo movimiento hizo aparecer una moneda detrás de la oreja de Enzo.

Sábado 26 de junio:
    Los sábados el papá de Enzo terminaba su trabajo temprano y pasaba el resto del día en casa. Aprovechando esta oportunidad el niño se acerco a su padre y le hizo la misma pregunta, ¿Pa, qué es la magia?

viernes, 1 de marzo de 2013

Abatido


Me siento de rodillas y después dejo caer mi cuerpo sin ganas y como al azar. se acomoda como puede, torcido, la cabeza queda de costado con la oreja pegada a la superficie del sillón  Es uno de esos modernos, relleno de bolitas de telgopor y cuando al fin los brazos se quedan quietos empiezan a vivir esas bolitas, se las escucha chocar unas con otras, se mueven y como que explotan. Mi mente viaja, ya no la poseo y las bolitas que estallan se transforman en burbujas desesperadas que suben hasta hasta lo más alto de una copa de champan para suicidarse ante la alegría de quien la toma. Es una fiesta, hay mucha gente sonriendo y una pareja que a la distancia se abraza con los ojos mientras levantan sus copas y brindan por el futuro y sus sueños. De nuevo las burbujas y otra vez las bolitas de telgopor.
El calor de sus manos en mi pecho y fue su beso el que me trajo de vuelta. Ya estoy bien, ya estoy en casa.


martes, 5 de febrero de 2013

Noftud


No estaba embrujada pero quien entraba perdía la memoria de todo lo vivido desde los   10 años, volvía a ser un niño y se encontraba con los espantos más horrorosos de su niñez.
La única forma de salir era encontrar a Noftud, el guardián de todas las llaves y resolver su acertijo.


Calle Libertad


Esa última noche cambió su vida para siempre,
el ángel de los corazones oxidados ya no se separa de ella.
Ahora se la ve caminando sola, se mueve lento como si sus pies fueran de piedra,
la sonrisa la dejó abandonada en una caja que ni ella sabe dónde está
y en sus ojos un brillo macabro angustia a los desafortunados
que la cruzan en la calle más antigua del pueblo,
la calle libertad.


Sueños de papel


Si tus sueños estuviesen hechos de papel, los doblarías
hasta convertirlos en barcos y dejarías que la corriente de una tarde lluviosa
se los lleve libres por los calles del mundo.
Les harías pliegos hasta que se forme un avión
para volar sin miedos el cielo, tocar las nubes y llegar hasta el sol.
Los cortarías en pedacitos y en cada uno escribirías una parte de eso que tanto querés decirle al amor.
Los picarías en mil partes para tirarlos bien alto y sentir que sos dueña de las estrellas.
Los tendrías más cerca, los podrías guardar para tenerlos siempre a mano y no olvidarlos jamás,
los podrías tocar y sentir que son más reales que nunca.
Ojalá tus sueños se hagan papel y en ellos escribas la historia de una gran vida.


Yo conmigo


Ahí está, parado, tranquilo, yo me acerco
y puedo sentir que nada le importa más en el mundo
que estar ahí, mirando por esa ventana los juegos que juega
y los sueños que sueña.
Inventa su vida y la arma como un rompecabezas,
solo puedo sonreír y estar feliz de verlo así.
Entonces me quedo a su lado, a mí lado, para que esa ventana
nos siga mostrando lo que no pensábamos ver.


Ahí, donde habita el alma


Ya no podía hablar, apenas si balbuceaba.
Tomé sus manos y comencé a contarle de un día en el río, de lo bien que la pasamos.
La voz se me quebraba en cada palabra
pero sus ojos, como los de un héroe, se encontraron con los míos y no hicieron más falta los sonidos.

En esa mirada encontré las de toda su vida, las que todavía me acompañan
y con las que me dijo cuanto me amaba.


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