lunes, 14 de julio de 2014

Tres tomos

El uno vio como la mesa se movía de un lado al otro, triste, estaba renga ya de vieja así que se acostó abajo de la pata corta. Ahora está contento, al menos ya no se rompen más vasos.
El dos está como enamorado de la puerta, se la pasa el día entero pegoteado a ella, no la suelta por nada, ni el viento lo separa de su amada.
Y al tres ya casi no se lo ve, tanta tierra tiene el desgraciado que parece invisible. 
Pobres, pobresitos los libros, ahora los lee la indiferencia.


viernes, 28 de febrero de 2014

Ritual

Agarró el diario acomodándose las ojotas, separó su sección preferida y ahí nomás, en el pasillo que da al patio se prendió un pucho como para inspirarse de camino al baño.
Empieza el ritual y con los policiales en mano un extraño trance se apodera de él, las palabras de esos escabrosos textos ocupan toda su atención.
Un sonido lo distrae, trata de volver a la nota pero es imposible, lo molesta ese ruido, baja la vista y del resumidero aparecen unas antenas. Una cucaracha, dos, cinco. Las mira perplejo, se mueven veloces esos bichos asquerosos, pero no dejan de salir. Diez, cien, está petrificado de miedo, el suelo se tiñe de ese horrible color marrón, no paran, son miles, millones y ya las tiene en las rodillas, está bañado en sudor, jamás pensó que su muerte sería así. Le tapan el pecho, no se puede mover y no soporta más esas infinitas patas corriendo por su cuerpo, las siente en su nuez, en la papada, la boca.
 -¡Diego! ¿Te falta mucho?
Gira la cabeza, mira para arriba pero sobre todo para abajo y nada, ni una, revisa su cuerpo sin entender -¿Diego?
-No gorda, ya salgo…
 

Humedad

Tres cucharadas y media de azúcar en el té, seis galletas saladas, a cada una media feta de queso y un cuarto de feta de jamón. Un beso en la mejilla de Matías y dos en la boca de Romina. Tres llaves, la del medio es la más chica, esa abre la puerta del departamento. Sesenta y seis escalones y dos descansos, dieciocho autos en dos filas, el cuarto a la derecha es el suyo, nunca fue el primero. Cinco fabricas en el camino, en la última trabaja él, trescientos setenta y cinco lugares donde estacionar, doce empleados antes de su puesto en la línea de montaje, cuatro mil brazos y piernas puestas en mil muñecas armadas y de vuelta a casa. Sesenta y seis escalones más, de nuevo el llavero y los besos. Setenta y dos canales en la tele y nada para ver. Una cama para dos, piensa y piensa pero no puede acordarse que quería ser de grande. En el techo una mancha de humedad que todas las noches crece tres centímetros con cada sueño que se le escapa.

 

miércoles, 22 de enero de 2014

Último vuelo

  Cada primero de enero la ventana de la buhardilla amanece abierta y por ahí se meten los pájaros. Entran en silencio para llevarse un color.
  Imer tiene 35 años y está más negro que su sombra, ya no tiene nada para darles pero esas aves son las únicas criaturas con las que puede hablar.


martes, 21 de enero de 2014

La historia 260

El pobre viejo ya estaba en sus últimas, la cordura lo había abandonado como cinco años atrás, tenía la mirada perdida y apenas hablaba, pero ese día se lo veía diferente. Sentí como una vibración que me recordó a nuestras mejores épocas.
Ahí estaba yo acordándome de sus historias cuando lo ví levantándose para buscar una cajita de su placard, no dijo nada, sólo me la entregó y volvió a su cama.
Lo primero que hice fué abrirla, encontré un pincel y una foto, en el dorso escrito con tinta verde decía:
"Los sueños son transparentes, sólo viviendo los vas a pintar. Aquí te esperan los colores que faltan y aquí te espero yo."


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