viernes, 28 de febrero de 2014

Ritual

Agarró el diario acomodándose las ojotas, separó su sección preferida y ahí nomás, en el pasillo que da al patio se prendió un pucho como para inspirarse de camino al baño.
Empieza el ritual y con los policiales en mano un extraño trance se apodera de él, las palabras de esos escabrosos textos ocupan toda su atención.
Un sonido lo distrae, trata de volver a la nota pero es imposible, lo molesta ese ruido, baja la vista y del resumidero aparecen unas antenas. Una cucaracha, dos, cinco. Las mira perplejo, se mueven veloces esos bichos asquerosos, pero no dejan de salir. Diez, cien, está petrificado de miedo, el suelo se tiñe de ese horrible color marrón, no paran, son miles, millones y ya las tiene en las rodillas, está bañado en sudor, jamás pensó que su muerte sería así. Le tapan el pecho, no se puede mover y no soporta más esas infinitas patas corriendo por su cuerpo, las siente en su nuez, en la papada, la boca.
 -¡Diego! ¿Te falta mucho?
Gira la cabeza, mira para arriba pero sobre todo para abajo y nada, ni una, revisa su cuerpo sin entender -¿Diego?
-No gorda, ya salgo…
 

Humedad

Tres cucharadas y media de azúcar en el té, seis galletas saladas, a cada una media feta de queso y un cuarto de feta de jamón. Un beso en la mejilla de Matías y dos en la boca de Romina. Tres llaves, la del medio es la más chica, esa abre la puerta del departamento. Sesenta y seis escalones y dos descansos, dieciocho autos en dos filas, el cuarto a la derecha es el suyo, nunca fue el primero. Cinco fabricas en el camino, en la última trabaja él, trescientos setenta y cinco lugares donde estacionar, doce empleados antes de su puesto en la línea de montaje, cuatro mil brazos y piernas puestas en mil muñecas armadas y de vuelta a casa. Sesenta y seis escalones más, de nuevo el llavero y los besos. Setenta y dos canales en la tele y nada para ver. Una cama para dos, piensa y piensa pero no puede acordarse que quería ser de grande. En el techo una mancha de humedad que todas las noches crece tres centímetros con cada sueño que se le escapa.

 

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