martes, 5 de febrero de 2013

Noftud


No estaba embrujada pero quien entraba perdía la memoria de todo lo vivido desde los   10 años, volvía a ser un niño y se encontraba con los espantos más horrorosos de su niñez.
La única forma de salir era encontrar a Noftud, el guardián de todas las llaves y resolver su acertijo.


Calle Libertad


Esa última noche cambió su vida para siempre,
el ángel de los corazones oxidados ya no se separa de ella.
Ahora se la ve caminando sola, se mueve lento como si sus pies fueran de piedra,
la sonrisa la dejó abandonada en una caja que ni ella sabe dónde está
y en sus ojos un brillo macabro angustia a los desafortunados
que la cruzan en la calle más antigua del pueblo,
la calle libertad.


Sueños de papel


Si tus sueños estuviesen hechos de papel, los doblarías
hasta convertirlos en barcos y dejarías que la corriente de una tarde lluviosa
se los lleve libres por los calles del mundo.
Les harías pliegos hasta que se forme un avión
para volar sin miedos el cielo, tocar las nubes y llegar hasta el sol.
Los cortarías en pedacitos y en cada uno escribirías una parte de eso que tanto querés decirle al amor.
Los picarías en mil partes para tirarlos bien alto y sentir que sos dueña de las estrellas.
Los tendrías más cerca, los podrías guardar para tenerlos siempre a mano y no olvidarlos jamás,
los podrías tocar y sentir que son más reales que nunca.
Ojalá tus sueños se hagan papel y en ellos escribas la historia de una gran vida.


Yo conmigo


Ahí está, parado, tranquilo, yo me acerco
y puedo sentir que nada le importa más en el mundo
que estar ahí, mirando por esa ventana los juegos que juega
y los sueños que sueña.
Inventa su vida y la arma como un rompecabezas,
solo puedo sonreír y estar feliz de verlo así.
Entonces me quedo a su lado, a mí lado, para que esa ventana
nos siga mostrando lo que no pensábamos ver.


Ahí, donde habita el alma


Ya no podía hablar, apenas si balbuceaba.
Tomé sus manos y comencé a contarle de un día en el río, de lo bien que la pasamos.
La voz se me quebraba en cada palabra
pero sus ojos, como los de un héroe, se encontraron con los míos y no hicieron más falta los sonidos.

En esa mirada encontré las de toda su vida, las que todavía me acompañan
y con las que me dijo cuanto me amaba.


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